
Vacío de féretro nuevo y mediocre como la ropa de los chinos, sentada a verlas venir me hiero mientras busco mirlos blancos.
Estudio para entender por qué la gente se comporta como lo hace y los mirlos siguen sin ser blancos...
Mal con ella y se me cae el mundo encima, tropiezo de nuevo y el asfalto me apisona entera.
Debilidad endeble del alambre, si hoy me tocas puedo quemarte, JB corre en mis venas hasta encontrar meta en la cabeza.
Inútil y fría, mármol tallado a cincel gastado.
Construyo mi fachada con rocas pesadas, ha de parecer fuerte aunque sea tan vulnerable como esas mentiras tan mal estructuradas.
Y ahora sangra la herida causada por este arma de doble filo que usé demasiadas veces contra mi alma, gota a gota... la asfixia.
Sintiendo que solo a los productores de este agua ocre tan altamente graduada mis problemas pueden importarles, veo como mi infancia se ahoga en un lago artificial e improvisado por unos señores grises trajeados.
En un mundo en que la felicidad se compra y se encuentra, yo vendí la mía en un stock de verano. Mientras, río tristemente con una de alquiler.
Piensa en mí tu que puedes, obsérvame y piensa en mi.
Y tras romperlo todo en las sombras de este oscuro cuarto, saldré de nuevo a la luz, a la sonrisa pintada, a fingir que no pasa nada, a mentirme a mi misma, enseñando la fachada de esta casa que por dentro se arruina.
Mírate manchando este suelo claro, compadeciéndote me dices, ¡oh duende entre las sombras!. Me gritas que no hay motivos, que soy absurda, me traes locura en esta mediocridad trabajada.
Chica triste que te lloras, mira a tu irónica pena y haz reír.
S.
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