
Y una vez más, allí estaba ella, comiéndose la noche desde la ventana, la luna volvía a burlársele y sus estrellas le daban la espalda, volvía a sentir ese frío que le revolvía las tripas, ese viento revolero que una vez más intentaba llevarse la sonrisa de su rostro y de su alma, tal vez un día me canse, pensó vagamente, pero su corazón supo que ese día se retrasaría, pues esa estrella, aquella que con mas fuerza brillaba todas las noches había vuelto para reconfortarla y para recordarle que a veces la luna solo es la luna.
S.
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